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Trabajo Remoto: lo que no nos han contado

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Desde el inicio de la pandemia por COVID-19 hemos vivido cambios relevantes en las formas de trabajar. Tal vez el más notorio ha sido la popularización del trabajo remoto, el cual permite llevar a cabo las actividades laborales desde cualquier lugar. Desde el año 2020, personas y organizaciones alrededor del mundo han intentado cambiar la modalidad de trabajo presencial por un trabajo virtual. Prueba de esta popularización es que en las plataformas de búsqueda de empleo como puede ser Linkedin aparecen filtros de búsqueda que permiten a los candidatos elegir únicamente las alternativas de trabajo remoto, e incluso existen plataformas de búsqueda de empleo que se especializan exclusivamente en trabajos con esta característica.


Muchas personas reportan preferir el trabajo remoto porque les permite tener mayor flexibilidad en sus horarios, ahorrar tiempo y dinero en los traslados hacia y desde la oficina y combinar su trabajo con responsabilidades y actividades personales, como por ejemplo cuidar de sus hijos y adultos mayores. Por su parte, algunas organizaciones también optan por ofrecer trabajos con estas características pues evidencian algunos beneficios del trabajo remoto como el evitar costos de arrendamiento e insumos para el trabajo; así como ofrecer una propuesta de valor al empleado orientada a ese deseo de flexibilidad.


No obstante, ¿es tan bueno el trabajo remoto como lo percibimos durante la pandemia? Es innegable que trabajar desde cualquier lugar del mundo  tiene beneficios para las personas y organizaciones, pero después de más de tres años buscando esta alternativa, hemos obtenido algunos aprendizajes que vale la pena compartir:


 

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La flexibilidad que ofrece el trabajo remoto es un arma de doble filo

Si bien es cierto que trabajar desde cualquier lugar permite disfrutar de la vista en escenarios paradisiacos, cambiar de clima y alternar entre actividades laborales y actividades de ocio (Un artículo de The New York Times relata cómo desde la pandemia incrementó el uso de campos de golf en horarios antes poco usuales), mantener esta doble “vida” no necesariamente nos ayuda a mantener un mejor equilibrio vida personal-trabajo. 


Supongamos que en la modalidad de trabajo remoto usted ha encontrado que en medio de un día laboral cotidiano, puede “aprovechar” mejor su tiempo entre llamada y llamada: salir a hacer mercado, jugar un partido de tenis o pasar por la peluquería a hacerse el corte de pelo que lleva semanas esperando. Sin embargo, estando en medio de esta actividad recibe una notificación en su celular de parte de su colega, su jefe o su cliente. En ella le solicitan hablar antes de que finalice el día. Si bien no le interrumpen la actividad que está realizando, ¿ahora en dónde está su cabeza? muy probablemente no esté pensando en escoger el mejor corte de carne, hacer un mejor saque o como se ve en el espejo con el nuevo corte; sino que, así sea de fondo, su foco de atención cambie y trate de hacer elucubraciones acerca de la necesidad de su contraparte. ¿Realmente está aprovechando mejor su tiempo? ¿Está enfocado en lo que quería hacer? o tal vez esté desgastando el precioso recurso del tiempo y más allá de eso su atención en tratar de estar aquí y allá a la vez.


El trabajo no solo satisface necesidades económicas, sino también sociales. Y el trabajo remoto dificulta satisfacerlas.

Al hablar de satisfacer necesidades estamos hablando también de motivación, aquello que nos pone en acción para llevar a cabo una u otra actividad. Si bien en el contexto laboral se emplean las recompensas económicas como un medio para motivar a los empleados, décadas de investigación demuestran que las personas no solo nos movemos por obtener bienes materiales (los cuales se consiguen a través del dinero), sino que tenemos la necesidad básica de relacionarnos con otros y pertenecer a un grupo (para profundizar en estos conceptos se puede consultar el trabajo de Ryan Deci)


Al pensar en el trabajo muchas personas prevén que les permitirá satisfacer necesidades de subsistencia a través del dinero que devenguen por su labor. Lo cual es cierto (en la mayoría de los casos). Sin embargo, no somos conscientes de que el trabajo es un espacio en el cual las personas adultas podemos establecer relaciones sociales y que pertenecer a una organización nos permite ser parte de algo más grande que nosotros, contribuyendo al logro de un objetivo común.


No es que el trabajo remoto elimine la posibilidad de satisfacer esta necesidad de relacionamiento y pertenencia. Pero, ¿cómo establecer un contacto social cuando nunca vemos a las personas a los ojos? ¿cuando el medio de comunicación es un frío chat en el cual se eliminan las preguntas sobre el fin de semana, la familia o los hobbies? Poder compartir en persona con nuestros colegas nos abre la posibilidad a conocerlos mejor, entender con quién estamos compartiendo y cómo podemos, no solo lograr un mejor resultado, sino también ser parte de algo más grande que nosotros. 


El trabajo a distancia puede limitar la productividad.

Volvamos al escenario en el cual tomamos un pequeño break entre llamada y llamada para hacer algo diferente. En esta situación no solo no estamos ni aquí ni allá, sino que nos resulta imposible responder a esta situación con el 100% de nuestros recursos de atención y disposición. 


La investigación sobre multi-tarea muestra que las personas en realidad no podemos hacer varias cosas a la vez, sino que turnamos nuestra atención entre una y otra, y este salto en la atención tiene un alto costo para la calidad con la que se ejecutan las tareas. Esta disminución en la calidad y en la productividad del trabajo puede ser una de las razones por las cuales muchas organizaciones están llamando a sus empleados a trabajar presencialmente, aun después de haber intentado mantener modelos de trabajo remoto o híbridos.


¿Qué hacer entonces?

Lo expuesto anteriormente no implica que el trabajo remoto sea siempre malo o que no podamos aprovecharlo. Efectivamente trabajar desde casa, o desde cualquier lugar del mundo, tiene unas ventajas importantes. No obstante, como todo, es importante saber administrarlo. A continuación mencionamos algunos consejos para que esta gestión sea efectiva:


  1. Cuando esté trabajando remotamente procure mantener límites definidos entre sus actividades laborales y las personales. Esto incluye definir con antelación qué días y en qué horario estará trabajando, en qué horario no estará trabajando y comunicarlo a sus colegas (y seres queridos); pero más importante es comprometerse a mantener dichos límites.

  2. Saque el mayor provecho de los días en que trabaje desde la oficina. Recuerde que este espacio le permitirá conectar con otras personas y trabajar en equipo: aproveche para almorzar con colegas, tomar un café o hacer una breve reunión de actualización sobre algún proyecto o idea que no han tenido la oportunidad de revisar.

  3. Identifique qué tipo de entorno favorece más cada una de las actividades que debe llevar a cabo en su trabajo y organice su agenda para trabajar de acuerdo con esto. Es posible que algunas actividades requieran alta concentración para lo cual un entorno remoto bien preparado puede ser ideal; mientras que otras actividades requieran consultar a sus colegas; en cuyo caso valdrá la pena acudir a la oficina. Por ejemplo programe actividades que requieran trabajo individual y concentración para los días y momentos que trabaja remotamente y las reuniones de trabajo para los días en que va a la oficina.


Cada vez más nos movemos en entornos fluidos que requieren mayor flexibilidad y capacidad de adaptación. Identifique los retos de cada alternativa y sus fortalezas para afrontarlos.

 

Cómo citar este artículo:

Umaña Ruiz, M.C. (2024). Trabajo Remoto: lo que no nos han contado. Prax.

 


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